EN MARRUECOS
Debo empezar por decir que hay dos cosas en el mundo que me identifican y que amo locamente; una es enseñar y la otra es viajar. Entonces, este nuevo capítulo de la vida; donde cuento un poco sobre lo que me ha pasado en mis viajes, tiene que ver con una de mis grandes pasiones que es la cerámica, así que todo estará siempre relacionado.
Esta historia inicia con una compra de pasajes por impulso a mitad del año pasado. Estaba un poco desesperada por salir de Bucaramanga; acostumbrada a viajar casi todos los años y en pandemia hice una pausa súper larga; ya estaba decidida a volver a hacer un viaje internacional y compré pasaje para ir a Marruecos, uno de mis grandes sueños.
Tenía la ilusión de conocer el Desierto del Sahara, tengo una gran fascinación por las culturas religiosas que no son la mía, soy católica; conocí hace un tiempo Turquía, Rusia, Grecia; pero quería darme la oportunidad de conocer otro lado del mundo y quise explorar el norte africano. Entonces, la travesía inició desde España, viajé a Barcelona y luego hice un paseíto rápido por Europa en compañía de un primo; pero eso hace parte de otra historia que les contaré después. Vamos a enfocarnos en ésta, que es el viaje a Marruecos.
Fascinada con la arquitectura, la forma en la que trabajan el color y sobre todo con la forma en la que exploran sus tierras. Empecé a leer mucho sobre Marruecos y también algunos blogs de viaje para saber cómo hacer mi recorrido. Entonces hice la entrada y salida de Marruecos en un vuelo, en avión y los recorridos entre ciudades si los hice en bus algunos y otros con tours.
En esta historia les quiero contar, que yo no tenía intención de conocer nada de cerámica. No!, no era mi plan; no era un viaje para conocer cerámica, pero la cerámica me encontró, les voy a contar las tres veces que la cerámica me encontró en Marruecos.
El viaje inició en Marrakech, siendo la capital turística más grande del país, el lugar que se caracteriza por los zocos, por todos los caminitos que conducen a las mezquitas y a los mercados callejeros que son especiales de de la zona; te pierdes entre miles de rincones, callecitas que parecen no tener salida; es Increíble, es una energía divina, hay muchas personas que te muestran, que te atienden; son supremamente serviciales. Los zocos, la medina (mezquita) y las partes principales son espectaculares.
El atardecer en Marrakech, es uno de los atardeceres más lindos que he visto en la vida; yo estaba decidida a encontrar telas, encontrar maquillaje y encontrar cremas naturales, Entre callejones oía a todo el mundo preguntarme, yo qué hacía o siempre le preguntan a uno como: -¡Hola! ¿De dónde eres?- Pues, casi siempre hablan en inglés y después de que ya escuchan el acento latino; se dan cuenta que uno es súper criollo e intentan hablar en español, gente que vive del turismo y hablan ocho lenguas entonces, la comunicación es increíble. Siempre les decía; – Soy docente, soy diseñadora y me encanta la cerámica- Así que empezaban a hablarme de la cerámica de Fez. Fez, es otra ciudad marroquí y siempre decían -No, aquí no encuentras nada bueno, aquí encuentras cerámica de medio pelo y la cerámica increíble; la porcelana la vas a encontrar en Fez- Entonces, siempre desde el inicio tuve mucha curiosidad de conocer la cerámica de Fez, pero mi intención no era conocer las cerámicas; mi intención era conocer la cultura y meterme a conocer personas, gente allá adentro. Allí conocí a uno de mis guías, el primer Mohamed.
Entré a varios lugares, entré a pequeñas tiendas; me llamaba la atención un poco los colores, pero no había nada extraño ni especial aún… En las primeras tiendas había diseños muy lindos, sobre todo de los recipientes en los que ellos cocinan los tajines, que son como su pieza típica en el desarrollo de su gastronomía. Sin embargo, llegue a un lugar en los zocos, en los caminitos en los uno se pierde, donde encontré unos jarrones, ustedes no se imaginan el tamaño, o sea, una cosa que nunca vi y fue casual porque ni siquiera estaba buscando algo particular, sino que un señor me tocó el hombro, me dijo -Venga ¿quiere ver? ¿Es algo impresionante- y yo me quedé como, What? esta fue la primera vez que la cerámica me encontró sin buscarla.
Llegué a un lugar donde los jarrones medían por lo menos metro y medio y me preguntaba -¿Cómo diablos entra esta un horno de cerámica?, pero claro investigué y construyen los hornos alrededor de las piezas una vaina loca!, dato curioso el valor de cada jarrón del más grande es de 8.000 euros, sí, también quede en shock! Desde allí empecé a notar incrustaciones de metal en todo lo que veía, lo que me encantaba demasiado; me causó demasiada curiosidad cómo hacían para hacer ese tipo de acabados sobre las piezas. Sin embargo, mi fascinación principal y a lo que iba era conocer los lugares donde creaban maquillaje, donde hacían aceites naturales, aceite de argán, dónde hacían el manejo de especias; todo lo que ellos hacen de sabores, de olores, de perfumes; me parece una cultura que es encantadora en el tema de la belleza y encontré en Fez, precisamente en una ciudad que queda más al norte de Marruecos y que es llamada la capital de la artesanía; encontré entre los zocos y caminitos nuevamente, pero entrando hasta mejor dicho; hasta el pulmón y el corazón de la ciudad, los lugares que son las fábricas. Conocí una fábrica de telas, conocí fábrica de tapetes, conocí fábricas de maquillaje y de esencias y conocí las fábricas de cueros donde hacen todo el proceso de curtiembres; eso es fascinante, es encantador, pero me pasó algo muy curioso y es que no veía mujeres, todas las personas que cuentan la historia turísticamente de cara al público, son hombres, todos. Excepto una chica; que es doctora, fue quien me atendió y me explicó todo lo de cosmética allá adentro casi que al lado de una medina y a ella le pregunté porque casi no había mujeres atendiendo y me dijo literalmente que las mujeres no pueden estar en las tiendas principales. Ese fue el primer encuentro con el tema duro del machismo y de la religión en esta parte del mundo. No voy a abundar en el tema, pero me pareció supremamente curioso; que las mujeres apenas pudieron atender allá adentro en el fondo de los lugares, no están de cara en ningún lugar público; no aparecen, no se ven y ¡uff! eso me parece un poco chocante.
Soufiane me explicó, cómo llegar hasta las curtiembres, me explicó la zona en la que las cosas son chinas y las cosas que son de calidad; claramente yo no sabía diferenciarlos, todos los productos que venden que son chinos; obviamente son más económicos, más populares y para encontrar los productos de la zona, los de alta calidad hay que adentrarse demasiado; Entonces, me decía tienes que ir con un guía y en la medida de lo posible, hablar por lo menos inglés; porque la mayoría de las personas, digamos que te entienden así pero ellos pues tiene la costumbre de negociar entonces, si tú quieres comprar algo siempre va a ser carísimo pero ellos quieren que tú regates, que ofrezcas prácticamente la mitad del valor o menos entonces, pues uno no tiene esa costumbre; uno tiene costumbre pedir descuentos pero no el 50% de descuento o más y esta gente hacía como hasta 80% de descuento también, o sea una vaina loca, fue muy divertido estar con Soufiane, es una persona súper carismática, acabó proponiéndome que si quería ser su segunda esposa y claramente no era la idea del viaje.
Fue fascinante, conocer a las mujeres tras los aceites de argán, tras las piedras de menta, los remedios caseros; son personas que estudian para desarrollar productos naturales; una forma, una atención, son mujeres divinas e impresionantemente bellas; cómo se visten, cómo se muestran. Me pareció un contraste altísimo entre una especie del show que hacen los hombres cuando atienden que hace parte de la cultura y de lo que ellos muestran de su digamos que de su cotidianidad un país que vive el turismo más de 90% es algo que tiene por decirlo así, cómo vender una experiencia; pero las mujeres son serías, son finas, son elegantes, son calladas, no son exageradas; no sé si sumisas es la palabra correcta, pero si correctas, hablan lo que es no te dan rodeos, son supremamente gentiles pero no están en un tono de fiesta y alegría con el que normalmente se encuentra uno todo el tiempo y está siempre cargado como de hombres… ¡Es muy fuerte!
También es importante decir que yo viajé sola, entonces luego de miles de recomendaciones que me habían hecho, de que no viajarás sola porque culturalmente me podía ver mal, me podían tomar como que no estaba sola sino que estaba en busca de marido, que estaba en busca de alguien y pues no yo simplemente estaba queriendo pasar tiempo conmigo misma y estar tranquila y la verdad necesito me fue muy bien; tuve suerte, fueron muy respetuosos desde el momento en el que me advirtieron también que respetar a su cultura y que respetar a sus límites. No pude andar en vestido, no pude andar en shorts, aunque muchos turistas lo hacían ellos me advirtieron mucho que me vistiera bien que no estuviera digamos exhibiendo mi piel que hace parte de las cosas que ellos consideran es un poco fuerte de parte de una mujer; entonces también fue chocante pero entendí que es su cultura; la respeto y hace parte del proceso, las mujeres lo ven también de buena forma; cuando uno respeta la cultura y está bien tampoco es como que eres turista y entonces haces lo que se te da la gana no hay límites.
Al salir de la tienda donde hacían los de los oleos de argán y todo el tema de cosmética, encontré una esquinita; un zoco un local pequeño donde estaba un señor haciendo el proceso de incrustación de metal en la cerámica, o sea salí y cuando me quería tomar una foto en la entrada del lugar del que salí de cosmética; me encuentro a un señor haciendo el proceso o sea, él está todo el día vendiendo sus productos y se sienta 1/2 hora o 1 hora a trabajar con el metal y justo en ese momento estaba yo pasando por ahí, esta es la segunda vez que la cerámica me encontró sin buscarla y de una forma maravillosa.
El señor que para mí seguirá siendo como “Geppetto” pero del metal me explicó que, lo que hacen es una especie de micro-fundición entonces, funden diversos tipos de metal; por ejemplo, latón; metales que no son caros; los funden literalmente tienen una pipa encendida, una pipa de gas encendida y tienen herramientas que son metálicas con las que las calientan hacen el proceso de fundición, el metal se vuelve literalmente bolitas súper calientes y va naciendo el proceso de pegue de hilos metálicos y construyendo todas estas; no sé trenzas es un proceso detallado, es increíble; van construyendo alrededor de la cerámica como con trenzas de diferentes metales; oigan es una locura, el nivel de detalle lo hace sobre cerámica sobre vidrio y de repente todo lo que veía era incrustaciones de metal en cerámica todo, o sea mi viaje se tornó ver solamente ese tipo de piezas, yo decía como Wow!, es como cuando se te mete algo en la cabeza y el único que ves, es una locura, fue algo sencillamente mágico, entendí un poco sobre cuán valor le damos a las cosas y yo generalmente cuando viajo no compro cosas pues siempre voy mochileando y no tengo mucho espacio en la maleta; siempre que viajo sola, voy con maleta de mano y compre un regalo de mí para mí, fue una de las mejores inversiones, un tajine en cerámica, así con metal, divino!.
A estas alturas ya iba en mi sexto día de viaje, ahora rumbo a la ciudad azul, que se llama Chefchaouen; por recomendación de unos señores españoles que también conocí en el viaje, así que le escribí a otro Mohamed, que sería mi segundo guía turístico.
Les quiero contar la parte más emocionante de mi travesía por Marruecos, la ciudad azul, es una ciudad que hacía parte de la ciudad de mis sueños, ya había conocido Atenas qué es una ciudad azul hermosísima, Santorini que es una ciudad azul bellísima; quería conocer Chefchaouen, que de por sí es llamada ciudad azul. El azul se debe a varios motivos, uno es que hace demasiado calor allí y el color azul mitiga un poquito el calor y la segunda es que hay muchos mosquitos y la pintura que usan funciona también como repelente.
Es una ciudad bellísima, pequeña se puede recorrer caminando, es una especie de montaña, es como una pendiente, es espectacular, tiene de por sí los mismos callejones que hay en todas las ciudades principales, escondidos sus historias. A la persona que conocí que fue Mohamed lo recomendaron dos amigos españoles que me encontré en el desierto; bueno sobra decir que el desierto hace parte de otra historia totalmente aparte porque el merece un capítulo completo, el maravilloso desierto; así que no voy a entrar en detalle; pero sí puedo contarles que me inicio en Chefchaouen fue una maravilla; el día en el que tuvimos el recorrido turístico más largo que llegue a las 6 de la mañana a Chefchaouen a la terminal ahí me encontré con Mohamed y fue el guía turístico más servicial del mundo, fue increíble porque me explico todos los detalles de la ciudad.
Recorrimos durante 16 horas la callecitas principales, vi muchos pigmentos de colores vivos, fue mágico; conocí la parte antigua y la parte nueva, hay muchos grafitis, muchas pinturas e imágenes que evocan el silencio de las mujeres; allí vi varias protestas, imágenes muy fuertes que siempre llevan a una conclusión y es que las mujeres están en silencio; relegadas, calladas, sumisas y bueno eso también me pareció súper interesante de su cultura.
Hay algo particular y es que a mí me encanta la azul, entonces me he soñaba estar allí. A estas alturas del viaje no tenía ni siquiera ropa limpia tenía todo ya recontra sucio y me compré un pantalón especial estilo marroquí y tenía una única camisa que me quedaba limpia, así que mis fotos están con esta pinta y me sentía la persona más afortunada, la extranjera más linda. En esta ciudad, no sé…el concepto de belleza es indiferente; ¡es auténtico, las mujeres son increíblemente hermosas, el azul hace que todo se vea Wow! Casi no hay a hombres y bueno aquí hay una venta y un tráfico de “Hachís” que es la droga que ellos más fabrican allí, entonces la mayoría de personas extranjeras, los turistas van por probar su famoso hachís; encuentras gente ofreciéndote en absolutamente todas las esquinas y como yo tengo un letrero de soy colombiana en la frente de una forma increíble pues ahí como que más me ofrecían.
Esta fue una ciudad llena de magia, azul por todo lado, gatitos por todo lado, muchas personas turistas, fue espectacular. A mí me gustó mucho que habían colinas, entonces en la mañana subimos una de las colinas, se veían cabritas por el camino y animales y en la tarde para ver la puesta al sol subimos al otro extremo y había una mezquita que no estaba en funcionamiento pero si era muy conocida, un mirador bellísimo.
Estaba caminando hacia la montaña; hacia la iglesia, la mezquita y escuché unos “toc-toc-toc” como alguien que estuviera martillando, pero insistente y había un poquito de música, sobra decir que en la ciudad no hay mucha música y apenas están siempre oyendo algunas de su música árabe pero esta ciudad es súper callada y escuchas martillando y yo decía –¿Qué es esta martilladera?– Entonces me sorprendió porque había música y muchas baldosas de colores como si fueran un tapete recibiéndome ¡Increíble!, y esta fue la tercera vez que la cerámica me encontró sin buscarla
Después de acercarme a esos “toc-toc-toc” pude ver un trabajo maravilloso, el manejo de las herramientas; pero sobre todo el ambiente ¿Sabes? sentado en cualquier esquina y obviamente un lugar donde pasan muchos turistas; el hombre fue muy cariñoso, hizo un corazón para mí, me pregunto por mi familia, por qué estaba allí, por qué iba a conocer su tierra y bueno fue muy agradable.
Su nombre es Abdrahim, no me dejo pagarle por el corazón que me hizo, dijo que los latinos no tenemos dinero para eso, que es un regalo a los amigos, que tiene muchos amigos latinos, pero que no vale la pena gastar lo poco allí, qué siempre hay un gringo que tiene mucho dinero y puede pagar, y sí ¡Es así!
Por cierto, me dijo que lo haga famoso y así lo haré https://instagram.com/abdrahim.__.fikri?igshid=YmMyMTA2M2Y=
Finalmente, no conocí mucho de la porcelana verde en Fez, de esa que todos hablan. Otras maravillas se robaron mi corazón como los jarrones de gran porte, la decoración con apliques de metales y los detalles de baldosas únicas fueron espacios de increíble aprendizaje.
Me fui feliz de conocer un poco del corazón de personas que hacen cerámica marroquí y sin duda puedo decir que aquí viví mi esencia: enseñar para viajar, viajar para aprender y aprender para enseñar, un camino constante.
Ahora sí, ¿Cuéntame qué fue lo que más te gustó de esta aventura? ¿Irías a Marruecos a explorar callejones y a dejarte sorprender con la belleza ceramista?
No te pierdas próximamente una nueva aventura entre viajes y pasiones.
VIVIAN SUMO